Un lío de armario

Tengo una amiga que decía que cuando yo cogía apuntes en los que acababa escribiendo por las esquinas con asteriscos llaves y dibujos y ella a su vez acababa con una hoja pulcra y ordenada, la diferencia se debía a mi personalidad creativa.
Y eso señores se me quedo grabado, no ya en la mente, si no en lo más profundo de mi ser y me ha servido en todos los ámbitos de la vida, un taller-leonera, es que soy muy creativa, un armario-pelota, es que soy muy creativa, miles de horquillas y gomas aprisionadas en un cajón del baño, se ve que aquí también soy muy creativa y así con todo, desde los pinceles despeluchados, pasando por las facturas apelotonadas, pero ocurre queridos que el espacio, más concretamente mi casa, es finita y ya no puede con tanta creatividad y por más que quiera tener el desorden y el polvo del taller de Picasso para explotar a las musas, no me cabe.




Tengo un puntito anárquico y mucho apego sentimental a las cosas, a saber ¿alguien guarda una servilleta usada de una nochevieja porque un amigo escribió una chorrada? lo tengo, ¿un bolso apolillado lleno de bolitas porque lo use mucho allá por 1999? minipunto para mi ¿una tarjeta de visita de alguien que ya cerró el negocio, el blog y se mudo de país? ¡esa soy yo!.
Bueno puntualicemos esa era la vieja yo, la nueva yo lleva  una semana imbuida en el espíritu de Marie Kondo y ha tirado más de veinte bolsas de basura ¿no sabes quien es Marie Kondo? yo te lo cuento.
Marie Kondo es una suerte de gurú japonesa del orden, orden en tu casa y orden en tu vida y eso pretende mediante su método el método konmari, que se basa, simplificando mucho, en deshacerse de todo aquello que no te hace feliz y organizar el resto por categorías. No me lo he leído entero (ya os he dicho que soy un poquito anárquica) y por ahora sólo lo he usado para organizar la ropa, pero ahora tengo un armario fetén  y aunque no estoy cien por cien segura de que todo él me haga feliz, no es menos cierto que contiene algunas camisetas (dobladas en vertical, por supuesto) a las que he abrazado con entusiasmo y les he manifestado con efusividad la felicidad que me causan (amplía la información aquí o aquí).


Pero después de la ropa si seguía con el método venían una categoría que se supone también fácil: los libros y señores ¡con la iglesia hemos topado! los libros se guardan, se acogen, se cuidan, pero nunca y digo nunca, se tiran, aunque tengamos entre manos el truño más truño de la literatura universal. Hemos terminado konmari he pasado por alto tus cositas zen, tu animismo y tu nula conciencia ambiental pero ¡ay amiga! los libros no.
No os preocupéis que ahora tengo una nueva guía en esta cosa a lo señorita Pepis que me ha dado, se trata de Alicia de orden y limpieza en casa y su ¡sin piedad!, cuando termine con todo instauraré un nuevo orden mundial.

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